2018, el año de Arturo

 

La crónica de poder indica que el 2018 definió al Ingeniero Arturo Dávalos Peña como el eje rector de la política en Vallarta y alrededores.

 

Un camino de fuerza y liderazgo que recreó en el municipio al más soberbio de los triunfos electorales de las últimas décadas, superando toda expectativa, encuestas y sensores.

 

Haciendo un recuento de este año que terminó, sin duda el hecho principal fue la elección en la que el ingeniero no tuvo rival y resultó ganador de la elección. El primero de julio devoró a Alfaro, Mochilas y 10 candidatos.

 

La acústica generada como servidor público y ese acendrado arraigo al “Vallarta de mis Amores” que circunscribieron en el 2012 el preámbulo de lo que hoy es una relación de pueblo y gobierno con identidad propia, donde los afectos y credibilidad fluyen.

 

Conocido es por medio Vallarta y Vallarta y medio que con trabajo, consenso, conciencia y disciplina se superaron deficiencias, carencias y deudas heredadas por los gobiernos que le antecedieron.

 

Nada fue miel sobre hojuelas para el equipo Davalista, lo decadente de los estragos del Mochilismo y de Salvador González Reséndiz, obligó a extremar esfuerzos para lograr equilibrar el Ying y Yang que circulaba alrededor del municipio.

 

Los anecdotarios descritos en el argot político, urbano y en la razón social hablan de que para que se aprecie el sol en toda su magnitud, debe calar la oscuridad.

 

En la escala de valores, su trabajo administrativo atrajo la estabilidad y credibilidad social que le permitió editar desde el primer día el resultado de las elecciones a su favor. La trascendencia de la reelección avasalló los esquemas que pudieran competirle como político.

 

El mito del buen gobierno creció en la suma y evaluación de su aspiración de fortalecer el crecimiento integral del municipio. En tal escáner el Arturo Dávalos no sólo exhibió cero deuda pública, sino que enfrentó los lastres de CITELUM y aquellas herencias nada honrosas que se arrastraban desde administraciones anteriores.

 

Fue un principio de año difícil, de inestabilidad e incertidumbre. Alfaro no decidía aún a quién darle la bendición por la alcaldía, pero la formalidad de Arturo oxigenó tanto su leyenda que ni la bífida lengua de Mochilas y compañía, ni las traiciones y deslealtades susurradas al titubeante Enrique, pudieron arrebatarle la voluntad de su pueblo.

 

En Julio, las apoteósicas 50.000 voluntades arrasaron toda expresión política.

 

Por si fuera poco, ratificada dominante presencia electoral de Dávalos Peña, en octubre fue testigo de la primera reunión formal y el correcto diálogo entre Enrique Alfaro y el Dr. Carlos Lomelí, los actores que conducirán el universo de los recursos federales y estatales.

 

También, iniciada la era de la Refundación, se instalaron los puentes entre el Palacio Municipal y la UNIRSE, tras la reunión formal de trabajo con su administrador, Rosalio Villaseñor Álvarez. Fuentes institucionales de comunicación y armonía.

 

En Julio, las apoteósicas 50.000 voluntades arrasaron toda expresión política.

 

Así, de lo que se aprende y trasciende de la encíclica Davalista, es que el trabajo, la congruencia y el amor a estas tierras del Cuale le dieron el color de la unión con el pueblo vallartense en este 2018 y seguirá marcando el 2021 y 2024.

 

Sea pues: larga vida al Rey.

 

 

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